miércoles, marzo 14, 2012

A veces me pregunto si las etiquetas que nos han dado no nos marcan un camino, una conducta, una forma de vida… porque, ¿cómo ignorar un mote, un estigma existencial, un diagnóstico
avalado con número de matrícula y título universitario?
El ritmo del mundo actual aplasta, frustra, vapulea. Algunos pueden seguir estas reglas y otros
no. Otros se resisten, y la corriente los arrastra, los lastima y los etiqueta. Para que todos vean que aquellos que no pueden seguir las simples reglas del sistema no pueden ser parte de él; no son ejemplo para nadie.

Entonces viene algún personaje con autoridad, otorgada por el sistema, y él nos analiza, busca en un gran libro de etiquetas cuál es la mejor definición para alguien que no se adapta a la tiranía del juego de los poderosos y nos pregunta acerca de nuestras conductas, formas de percibir el mundo, la realidad y luego, da un diagnóstico: “Usted padece X. Para poder contrarrestar esto y que usted logre aceptar el sistema, y su cuerpo y mente no se resientan, ni resistan a la presión, debe tomar esta medicación, que logrará que los químicos de su cerebro puedan tranquilizarse y de esta manera su adaptación será perfecta!”

Me pregunto si los rótulos que nos han impuesto no han alimentado nuestras fantasías, no han
marcado un camino caótico… ¿no nos habrán condenado a padecer una serie de sintomatologías que ellos mismos nos dijeron con nombres y detalles?
¿Qué sería de la vida sin etiquetas? ¿Sin rótulos que nos condenen a
llevarlos por doquier? ¿Acaso no sería más liviana la carga? ¿Podríamos ser de una vez por todas nosotros mismos?

No hay comentarios.: