martes, marzo 20, 2012

Me llama la atención esas personas que te aconsejan sin que les pidas su consejo...
Esos ajenos a tu vida, los que no estan en tu piel, los que no sufren, los que no tienen la misma inteligencia emocional de uno, por ende, no pueden tener una idea certera acerca de como se sienten las cosas, de como se interpreta la realidad. ¿Por qué antes de aconsejar no comprenden?

El consejo que surge cual acto reflejo por ser mero espectador de la vida de otro no es otra cosa que una necesidad de alimentación del ego, que al no tener estímulo (porque si se está pendiente de lo que hace el otro, quiere decir que mucha actividad no tiene en su vida) inmediatamente necesita demostrar que "algo" sabe al respecto; que él/ella es mejor que uno, porque sabe como resolver la situación, por algo aconseja. Y seguramente, pensarán que su vida es mejor que la de uno! "Pobre tipo, mejor le digo como tener una vida fantástica, lo aconsejo..."

A todos esos consejeros, ni siquiera les doy las gracias, porque seguiría alimentando ese super ego famélico que clama reconocimiento. Solo les digo: sigan su camino...
Cuando quiero un consejo, busco a aquel callado, al silencioso que pasó por tantas cosas, a aquel que vibra armonía, porque luchó para conseguirla. Al que sabe que su consejo es valioso y buscado, por lo tanto no lo desperdicia, no lo tira al aire, sino que, cual tesoro, espera a que lo encuentren.

viernes, marzo 16, 2012



Que extraño cuando una persona se va... porque en un minuto, un segundo, desaparece... se esfuma de nuestra vida. Quedan fotos, filmaciones. Quedan cartas. Y uno no puede entender como ese reflejo, ese pulso, esa voz, ya no existen. Se siente un vacío inmenso, un agujero negro. Un misterio profundo de la vida, oscuro, innombrable.
Queda su ropa, su perfume, su almohada... y ella? dónde está? Queda todo de ella, menos ella.

miércoles, marzo 14, 2012

A veces me pregunto si las etiquetas que nos han dado no nos marcan un camino, una conducta, una forma de vida… porque, ¿cómo ignorar un mote, un estigma existencial, un diagnóstico
avalado con número de matrícula y título universitario?
El ritmo del mundo actual aplasta, frustra, vapulea. Algunos pueden seguir estas reglas y otros
no. Otros se resisten, y la corriente los arrastra, los lastima y los etiqueta. Para que todos vean que aquellos que no pueden seguir las simples reglas del sistema no pueden ser parte de él; no son ejemplo para nadie.

Entonces viene algún personaje con autoridad, otorgada por el sistema, y él nos analiza, busca en un gran libro de etiquetas cuál es la mejor definición para alguien que no se adapta a la tiranía del juego de los poderosos y nos pregunta acerca de nuestras conductas, formas de percibir el mundo, la realidad y luego, da un diagnóstico: “Usted padece X. Para poder contrarrestar esto y que usted logre aceptar el sistema, y su cuerpo y mente no se resientan, ni resistan a la presión, debe tomar esta medicación, que logrará que los químicos de su cerebro puedan tranquilizarse y de esta manera su adaptación será perfecta!”

Me pregunto si los rótulos que nos han impuesto no han alimentado nuestras fantasías, no han
marcado un camino caótico… ¿no nos habrán condenado a padecer una serie de sintomatologías que ellos mismos nos dijeron con nombres y detalles?
¿Qué sería de la vida sin etiquetas? ¿Sin rótulos que nos condenen a
llevarlos por doquier? ¿Acaso no sería más liviana la carga? ¿Podríamos ser de una vez por todas nosotros mismos?